Acabo de ver esta foto y es el tiempo en que conocí a la Amelia, quizás antes pero así, con uniforme de colegio y queriendo salir de ahí. Me acuerdo de una exposición de cuadros de la Amelia en el St. Paul, y ella contenta y enojada, divertida y peleando, como solía ser. Seria a ratos y profunda, otros pura risa.
BIS -Despierta, Jacinta, es hora de ir al colegio. Y Jacinta despertó. Tenía diez años y era una niña muy linda. Después de ducharse y vestirse, tomó desayuno y partió caminando con la misma mochila, que siempre tenía los mismos cuadernos y los mismos lápices. -Llegó al colegio y vió a sus compañeras. ¡Qué iguales se veían todas con ese uniforme! Dejó la mochila en su puesto y conversó con sus amigas de lo mismo que había hablado el día anterior. Cuando llegó la profesora las saludó: -Buenos días, niñas. -Buenos días, profesora. Tuvo cinco horas de clases, igual que siempre y salió a almorzar al patio. Otra vez le habían mandado ese sandwich con queso. Después, dos horas más y a la casa. Llegó a su casa, hizo sus tareas y llegó la hora de acostarse. Comió y se durmió. Ni siquiera se dió cuenta cuando de nuevo llegó el día. -Despierta, Jacinta, es hora de ir al colegio. Y Jacinta despertó. Tenía diez años y era una niña muy linda.
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Acabo de ver esta foto y es el tiempo en que conocí a la Amelia, quizás antes pero así, con uniforme de colegio y queriendo salir de ahí. Me acuerdo de una exposición de cuadros de la Amelia en el St. Paul, y ella contenta y enojada, divertida y peleando, como solía ser. Seria a ratos y profunda, otros pura risa.
BIS
-Despierta, Jacinta, es hora de ir al colegio. Y Jacinta despertó. Tenía diez años y era una niña muy linda.
Después de ducharse y vestirse, tomó desayuno y partió caminando con la misma mochila, que siempre tenía los mismos cuadernos y los mismos lápices.
-Llegó al colegio y vió a sus compañeras. ¡Qué iguales se veían todas con ese uniforme!
Dejó la mochila en su puesto y conversó con sus amigas de lo mismo que había hablado el día anterior.
Cuando llegó la profesora las saludó:
-Buenos días, niñas.
-Buenos días, profesora.
Tuvo cinco horas de clases, igual que siempre y salió a almorzar al patio. Otra vez le habían mandado ese sandwich con queso. Después, dos horas más y a la casa.
Llegó a su casa, hizo sus tareas y llegó la hora de acostarse. Comió y se durmió. Ni siquiera se dió cuenta cuando de nuevo llegó el día.
-Despierta, Jacinta, es hora de ir al colegio. Y Jacinta despertó. Tenía diez años y era una niña muy linda.
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