jueves, agosto 03, 2006

Abril

Abril, noche blanca
los árboles dibujados
en contrastes maravillosos
caminar sobre el dorado suelo
alfombra de hojas bordada
blanco fresco
Qué alivio a la piel
acalorada por el movimiento
y ellos, silenciosos
guardan el cielo
y llaman
¡Detente! por solo un momento
olvida las prisas que mueven tu infierno
tú, aquí, en tu propio pedazo de terreno
donde te hermanas con los árboles
te ahijas del cielo,
aquí tú, si, libre,
retomas el vuelo del tiempo distante
del tiempo sin tiempo
El canto silencioso de ángeles muertos
que olvidan y vuelan
y giran y bailan
y el viento, sereno,
su música suena
sólo con una leve caricia
y las hojas chocan
en un canto sin voz
en gestos de agrado de los amantes cercanos
y, sin palabras
basta un toque así de leve,
para desatar la tormenta
y manar por ríos incontrolados
de piel y amor.
Ay! Estas noches blancas
donde el suelo aparece luminoso
en reflejos dorados
como respuesta al abrazo celeste.
AMELIA

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Abril, qué alivio a la piel!

Te gustaba el mar pero no el sol, ni el verano. Fuimos a la playa de tarde, lejos de la farándula y la superficialidad que odiabas. No había nada falso en tí. Pero te gustaban las bolsas de marca, las juntabas. Fuimos también al Parque Arauco, porque a mi hija también le gustaban las marcas. En esas contradicciones me ví yo, de adolescente, en tí. No tan inteligente como tú, como se ve en las palabras sabias que escribes, por ejemplo: "querer menos es tener más"! Esto lo he venido a descubrir yo a los 60. Pero sí en la angustia y la soledad de esos años. Qué lindo que tu madre nos permita expresarnos y leernos a través tuyo! Las veo a las dos etéreas, delicadas, pero con una gran fuerza interior. El mismo humor, los mismos ojos sensibles... en fin, qué triste! O más bien que alegría que hayas existido, Amelia. Gracias Carmen!

10:28 a. m.  

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